Un abandonado más

Fue abandonado en las confusas calles de la gran ciudad. Sus ojos, llenos de confusión y ternura, miraban hacia todos lados, buscando el único rostro que le resultaba familiar: el de su dueño.

Los transeúntes parecían buenas personas; algunos se acercaban a él a acariciarlo, mientras que otros le sonreían en la distancia. Y mientras todos se alejaban, comentando sobre él y lo lamentable que era dejarlo abandonado así, nadie se hacía cargo de él.

Y es que no podrían, no les pertenecía… era el sueño de alguien más.


Esta es la historia del día 10 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 9.

Se marchará hoy

Recostada, en cama, pensaba en lo que le esperaba este día, su último día con él. Ella se marchará hoy y no hay nada que Luis pueda hacer para evitarlo.

Era temprano y el sol, aún tímido, se escabullía por la ventana para acariciar la piel de sus manos. El cálido toque le recordó de la primera vez que se abrazaron, hace ya tantos años. Ambos, perplejos por la nueva vida frente a ellos.

Al recordar esto, brilló una sonrisa tenue en la esquina de su boca y ella trató de apresarla en su corazón por temor a que fuera la última sonrisa que él le brindaría. Y si acaso no podía apresarla para llevársela consigo, deseaba entonces poder enterrarla en la frente de Luis con un último beso, para grabarle en la memoria cuánto lo amó durante todo el tiempo que la vida, juntos, les dio.

Y es que hace tiempo, Luis soltó sus brazos para explorar el mundo entero en busca de libertad. Dejó de llevarle risas y sonrisas a diario para enviarle preocupaciones y tristezas. Dejó de darle los besos de buenos días y los besos de buenas noches. Se había olvidado de ella.

Pero la vida, de la mano con el tiempo, lo regresó a ella y ella lo recibió con las puertas y brazos abiertos, y con todo el perdón que cabía en su ahora cansado corazón. Porque aunque para él, ella ya no era la razón de su vida, para ella lo siguió siendo… hasta hoy.

Porque ella se marchará hoy y no hay nada que su hijo, Luis, pueda hacer para evitarlo.


Esta es la historia del día 9 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 8.

Su sonrisa

La sonrisa no llegó a sus labios esa mañana.

Y esto sucede de vez en cuando, pero no es lo habitual.
De hecho, usualmente se viste con esa sonrisa, tan propia de él, incluso antes de apagar el despertador.

Ese día, y a pesar de no andar de humor para la gente, se fue caminando en soledad, por esas abarrotadas calles, a buscarla.


Esta es la historia del día 8 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 7.

Abrazos

Sus brazos de hierro la encarcelaron,
en su espalda, entre sí, enredados.
Una vez más y, ahora, para siempre.
Porque no piensa perderla nuevamente.

Habían pasado ocho años, al menos.
Y ningún momento en brazos ajenos.
¿O fueron acaso tan solo ocho días?
Como sea,
era la misma ausencia la que dolía.

Dedos de seda pasearon en hierro,
pues también extrañaban ese cielo.
Y es que las manos hablan muy, muy claro
si el orgullo en los labios calla un “lo siento”.


Esta es la historia del día 7 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 6.

Sus secretos

Cansada de esconder sus secretos bajo la almohada,
aburrida de intentar ahogarlos con alcohol
y frustrada de soplarlos al viento,
decidió hacer algo diferente ese día.

Decidió meterlos en un lugar seguro,
una tierra fértil dónde florecerán cada día
y estén a la mano, para cuando los necesite:
El corazón de la persona frente a ella.


Esta es la historia del día 6 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 5.