Es tarde

Sé que es tarde para venir aquí,
sabes que no tengo a dónde más ir,
ningún otro lugar para descansar
y a nadie más, con quien conversar.

Creo que vine siguiendo tu voz,
te juro que oí que me llamaba.
Aquella, tu voz, que logré conocer
y que encontró su contraparte en mí.

Creo que vine buscando tu imagen,
te aseguro que te vi por aquí.
Tu imagen que reclaman mis ojos,
para poderla acariciar otra vez.

Pero es tarde porque ya no estás aquí,
porque solo es un recuerdo al que acudí,
porque este momento ya pasó,
porque nuestra historia se lo llevó.

Y me bastaría con solo tu rastro,
con una palabra, saber cómo estás.
Con saber que, aunque sea tarde,
de vez en cuando, también venís aquí.

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Sobrantes noches

Me hacen falta días, se escapan;
quiero recuperarlos y no puedo.
Me pierdo a veces entre la semana
y le pierdo el hilo al reloj.

Me sobran pensamientos, teorías,
me faltan explicaciones, razones.
Me cuesta poner los pies en la tierra,
aunque me sobre peso en el corazón.

Me sobran palabras y también gritos,
pero me falta el valor para hablar.
Y me sobran las ganas de escucharte
porque, sobre todo, me haces falta vos.

Y si algo realmente me sobra,
es noche cada noche
y la oscuridad y la soledad
en todas y cada una de ellas.

Un medio beso

Un medio beso fue lo que le quedó,
una ligera sensación en sus labios,
su suave piel aún entre sus dedos,
no se imaginaba que era el adiós.

Un medio beso que pudo ser entero,
pero que no permitió ese reloj.
Un medio beso que se quedó esperando,
para otra ocasión, su otra mitad.

Un medio beso y una mirada
completa hasta el alma y a la verdad.
Dos corazones conectados así
suman infinitas sensaciones.

Un medio beso que algún día se irá
a descansar en alguna esquina fría
de la parca memoria que él tiene
y donde esconderá sus sentimientos.

El centro de mi ciudad

Esta mañana, salí a caminar.
Recuerdo cruzar donde siempre cruzo.
Dos cuadras después, ya estaba perdido.
Perdido en mi propia ciudad.

Miré alrededor, en busca de algo.
Si me lo preguntás ahora, pues, yo,
yo no te sabría decir el qué fue.
Pero te puedo decir que no ayudó.

Un poco después, miré hacia arriba,
buscando entonces alguna señal.
Y fue cuando la encontré que descubrí
que todas estas calles llevan a ti.

Porque eres el centro de esta ciudad
y todas las rutas inician en ti.
Y sin importar por donde cruce yo,
el camino siempre me lleva a ti.

Y a pesar de saber esto,
que yo aquí siempre vendría,
regresé a ti corriendo
y no volveré a salir sin ti.

Aquella, mi luna

El sol se ocultó de una vez por todas,

permitiéndome así, comenzar de nuevo

con mi nueva rutina, la que termina

cuando este regresa, y aclara todo.

Comienzo por lo obvio, mirando el cielo,

usualmente, nublado por completo.
Y, cuando la lluvia me permite ver,

solo encuentro estrellas a lo lejos.

Entonces me voy, descalzo, hacia a el mar
con la esperanza de ahí encontrar

su rizado reflejo, o al menos

sentir su gentil fuerza en las olas.

Después de fracasar, comienzo a vagar

por cada calle, temiendo lo peor:

Que aquella luna, mi hermosa luna,

ahora brille para alguien más.