Corazón ganador

Sabes exactamente lo que quieres,
te esfuerzas a diario,
te inventas caminos.
Y por eso duele tanto perder.

A ganar te acostumbró la vida,
a ver las recompensas
y recoger victorias.
Sí, pesan tanto las manos vacías.

Llenas de alegría tu rostro a diario,
con ese magnetismo,
tan contagioso y tuyo,
que oculta la soledad y sus penumbras.

Resplandecen tus logros y tus premios,
y todas esas cosas
que todo el mundo ve.
Pero no te sientes reconocido.

Y es que, aunque seas un ganador,
seguro de ti mismo,
y envidiable por muchos,
no dejas de ser, un corazón vacío.

Anuncio publicitario

Sobrantes noches

Me hacen falta días, se escapan;
quiero recuperarlos y no puedo.
Me pierdo a veces entre la semana
y le pierdo el hilo al reloj.

Me sobran pensamientos, teorías,
me faltan explicaciones, razones.
Me cuesta poner los pies en la tierra,
aunque me sobre peso en el corazón.

Me sobran palabras y también gritos,
pero me falta el valor para hablar.
Y me sobran las ganas de escucharte
porque, sobre todo, me haces falta vos.

Y si algo realmente me sobra,
es noche cada noche
y la oscuridad y la soledad
en todas y cada una de ellas.

Su sonrisa

La sonrisa no llegó a sus labios esa mañana.

Y esto sucede de vez en cuando, pero no es lo habitual.
De hecho, usualmente se viste con esa sonrisa, tan propia de él, incluso antes de apagar el despertador.

Ese día, y a pesar de no andar de humor para la gente, se fue caminando en soledad, por esas abarrotadas calles, a buscarla.


Esta es la historia del día 8 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas. Aquí está la historia del día 7.

Cuerpos Azules

Ya quisiera poder tocar las estrellas,
deslizar mis dedos entre ellas,
diluirlas como nubes,
sentir sus cuerpos fríos.

Pero sí siento sus pesadas miradas,
destellos que viajan tanto,
brillando melódicamente,
cargadísimas de ese secreto tan suyo.

Y que solo la lluvia puede encubrir
con su llanto de infinitas lágrimas.
Otra melodía, siempre en graves.
Melodías perdidas, sin rumbo y sin hogar.

Tangible es en ellas la eterna soledad
del deseo tendido al sol de trascender
donde nunca nadie llegó,
una asíntota, un vacío imperceptible.

Una ilusión, una quimera,
un escenario montado a diario,
donde la primera fila, con suerte, se llena.
Y el tiempo vacía poco a poco.

Adiós Soledad y hasta el día en que nos volvamos a encontrar

Finalmente tomé el valor de venir,
aquí frente a vos y decirte adiós.

Por una vez, iré al grano. Es tiempo de levitar.
Salir de este universo imposible de olvidar

Donde conocí un sol,
más brillante que la luz.
Un universo que cabe entre mi mano siniestra.

Algún día, no seremos más que dos.
Dos viejos amigos que se vuelven a encontrar

Y me alegrará verte. Te contaré cómo me va.
Y toda la falta que para entonces me harás.

Adiós mi soledad. Hasta entonces nos veremos.
Finalmente tomé valor.

Sólo puedo agradecer tu compañía y simpatía.
Lo aprendido y lo olvidado. Lo que me enseñaste y lo que no.

Adiós soledad y hasta el día
en que nos volvamos a encontrar.