Por aquello

Por cada paso que dimos hacia el otro,
por cada hilo que entrelazamos.
Por todos aquellos buenos momentos
y, ¿por qué no?, también aquellos otros.

Por cada palabra que nos dijimos,
por esas miradas tan elocuentes,
por el lenguaje universal de la piel
y por todo lo que quedó por decir.

Por aquello que la tinta de tu ser
escribió en mi corazón, como papel.
Por esta voz, que alguna vez te sacudió
y que, más de lo que sabes, te llamó.

Por aquellas ideas combinadas,
planes, apuestas tan condicionadas.
Por lo único que rechacé, tus dudas
y por la presuntuosa de mi confianza.

Por aquello que encontré en tus ojos
y por aquello que, sin pensar, ofrecí.
Por todo lo que ya he aceptado
y también por eso que no comprendí.

Por todo esto que aquí te he dicho
y por lo que se ha quedado adentro…

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Corazón perdedor

¿Quién podría quererte
como estás ahora?
Maltratado, engañado,
impuro, arrepentido.

¿Quién quisiera cuidarte?
Esperar a que sanés
o a que estés listo
para intentar otra vez.

¿Quién vería algo bueno
en vos y en tu pasado
o en algún futuro,
o juntos, a tu lado?

¿Quién llenaría un vacío,
dentro de su corazón,
con otro igual de roto,
solo y solitario?

Yo.

Un buen día para pasear el corazón

Un cálido sol nació a lo lejos,
y junto a ella, tranquila paseaba
una fría brisa susurrando: “Sí,
es un buen día. Saca el corazón.
Sácalo a pasear”

En camino, descubrió dos problemas:
El corazón no quería bajarse
de ese suave refugio en sus brazos
y no estaba segura de adónde ir…
¿A dónde llevas a un ermitaño?

Sus pies, sin querer, buscaron el parque
y su corazón se encogió en temor
con tantos otros jugando alrededor.
Ella lo notó y pensó en irse,
y llevárselo de vuelta a casa.

Pero la tímida y curiosa forma
en que el corazón miraba los otros,
le dijo con una grata sonrisa:
“Sigue siendo un buen día, míralo:
quiere jugar como niño otra vez”

Tras horas de ver y escuchar risas,
gritos y, por qué no decirlo, llantos,
decidieron regresar a casa.
Esta vez, el corazón sí se bajó
y lentamente, comenzó a caminar.

La Ciudad de Ladrones

¿Quién se ha robado, esta vez, su corazón?
¿Será que simplemente lo extravió?
Lo dejó, quizá, en casa de alguien
Y ese alguien, de esto, no se percató,

De noche, ella se vuelve descuidada.
La ciudad se aprovecha muy fácilmente.
Y ella cae con tantas distracciones.
Son todos, para ella, de color azul.

Ella nunca va a aprender
que con cuidado debe andar
y también a reconocer
en quién puede y no confiar.

Pues cada rostro que ella ve
no muestra otra cosa más
que inocencia y, quizá,
un futuro para (los) dos.

Resulta tan fácil perder algo así
cuando en la mano, lo lleva a todas partes.
Resulta difícil ir a cualquier parte,
cuando lleva algo así, escondido.

Como ella que confiada, con el pecho abierto,
sale y expuestos deja, así, sus sentimientos,
Por estas calles de esta tan bien llamada,
“Ciudad de los ladrones de corazones”.

Hay tanto criminal acá
y como ella, tantas víctimas
que quizá algún día robarán
el corazón de alguien más.

Pero ella ya tomó la decisión
de nunca llegar a tomar
lo que le pertenece a alguien más,
en esta peculiar y gran ciudad.

Y seguirá a diario con
lo que llaman ingenuidad.
Al fin y al cabo, no hay ningún mal
en ofrecer abierto el corazón.