Por aquello

Por cada paso que dimos hacia el otro,
por cada hilo que entrelazamos.
Por todos aquellos buenos momentos
y, ¿por qué no?, también aquellos otros.

Por cada palabra que nos dijimos,
por esas miradas tan elocuentes,
por el lenguaje universal de la piel
y por todo lo que quedó por decir.

Por aquello que la tinta de tu ser
escribió en mi corazón, como papel.
Por esta voz, que alguna vez te sacudió
y que, más de lo que sabes, te llamó.

Por aquellas ideas combinadas,
planes, apuestas tan condicionadas.
Por lo único que rechacé, tus dudas
y por la presuntuosa de mi confianza.

Por aquello que encontré en tus ojos
y por aquello que, sin pensar, ofrecí.
Por todo lo que ya he aceptado
y también por eso que no comprendí.

Por todo esto que aquí te he dicho
y por lo que se ha quedado adentro…

Es tarde

Sé que es tarde para venir aquí,
sabes que no tengo a dónde más ir,
ningún otro lugar para descansar
y a nadie más, con quien conversar.

Creo que vine siguiendo tu voz,
te juro que oí que me llamaba.
Aquella, tu voz, que logré conocer
y que encontró su contraparte en mí.

Creo que vine buscando tu imagen,
te aseguro que te vi por aquí.
Tu imagen que reclaman mis ojos,
para poderla acariciar otra vez.

Pero es tarde porque ya no estás aquí,
porque solo es un recuerdo al que acudí,
porque este momento ya pasó,
porque nuestra historia se lo llevó.

Y me bastaría con solo tu rastro,
con una palabra, saber cómo estás.
Con saber que, aunque sea tarde,
de vez en cuando, también venís aquí.

Corazón perdedor

¿Quién podría quererte
como estás ahora?
Maltratado, engañado,
impuro, arrepentido.

¿Quién quisiera cuidarte?
Esperar a que sanés
o a que estés listo
para intentar otra vez.

¿Quién vería algo bueno
en vos y en tu pasado
o en algún futuro,
o juntos, a tu lado?

¿Quién llenaría un vacío,
dentro de su corazón,
con otro igual de roto,
solo y solitario?

Yo.

Carrusel

Voy subiendo y bajando,
al son de una canción,
escrita y compuesta
por un niño interior.

Sentado en esta grupa,
me pongo a contemplar,
con la mirada inquieta,
lo que gira alrededor.

Son tantas atracciones,
personas y colores.
Mas lo que me alegra,
es verte en cada vuelta.

Saludas con tu mano.
Me pregunto si es a mí
o si es a alguien más
que subió al carrusel.

El cual, muy pronto, temo
se va a detener.
Creyendo, estoy, que debo
bajarme hacia ti.

Se encienden y apagan
las luces sobre mí;
algunas ya quemadas,
brillaron suficiente.

Si dices que me baje,
lo haré de una vez,
lo haré antes que acabe
la magia que me mueve.

Y si no dices nada,
pues solo esperaré
a que el paseo acabe
y me obliguen a bajar.

La imaginación de un corazón

Te aprovechás, de noche, mientras duermo
para contar historias en mi sueño.
Para sacar tu lápiz y dibujar
los planos y planes de tu ideal.

Me despierto y ya me esperás
para ayudarte a pensar cómo lograr
las cosas que nos creés convenientes ya,
los escenarios donde nos viste ya.

Y a todo esto, tan genuinamente,
esperás que también sienta lo mismo.
¿Y si no es así, corazón, qué haremos?
¿Si no es así, qué pasará con los dos?

Te imaginas escenarios, corazón.
Te imaginas un futuro esperanzador.
Y tu optimismo se olvida del dolor
que causarás si estás en un error.

No te cansás ni descansás en tu afán
porque, sin tener de pensarlo tanto,
sabés muy bien qué te hace palpitar,
sabés que no tenés nada por perder.

Y a todo esto, tan genuinamente,
ya espero también que sienta lo mismo.
Porque me dejé llevar por tus alas;
me dejé llevar por tu imaginación.