Con mi casco espacial hecho pedazos
y ninguna estrella entre mis manos,
con algunas quemaduras por el sol
y por la testarudez que me lleva,
regresé.
Con mi espada rota y sin bandera,
muchas heridas, por dentro y por fuera,
con mi diario uniforme destrozado,
sin medallas y sin rangos sobre él,
regresé.
Sin haber salvado al mundo entero
o una sola persona, al menos,
sin haber inspirado a alguien más,
y dejar aquí, yo, mi huella por fin,
regresé.
Regresé al refugio de tus brazos,
al calor de tus palabras y manos.
Regresé como cada día a ti.
Como cada vez que soy derrotado.
Arreglaste mi casco y espada,
sanaste mis heridas y mis llagas.
Cosiste mi uniforme y mi esperanza,
para que lo vuelva a intentar mañana.