Quería escribir una historia feliz.
Comenzó a sondear, buscando inspiración,
y encontró recuerdos, aventuras diarias,
largas pláticas, cálidos silencios.
No quería escribir nuevamente de amor.
Pero solo podía visualizar
un par de ojos cafés, colgando sobre
un par de labios que le saben a miel.
Tal vez si escribiera sobre algo más,
algo externo, ajeno a ellos…
No salió nada del lápiz y el papel,
mientras que, de su boca, sí escaparon…
suspiros. Los de un enamorado.