Tenía que salir con una historia nueva cada noche.
Era un compromiso que adquirió hace tiempo y que, quizá, no pensó del todo bien al momento de adquirirlo pues es todo un reto crear algo nuevo cada día.
Y, por si fuera poco, el autor tenía un crítico bastante duro: su mismo público. Un público lo suficientemente fiel para estar atento cada día y tan exigente como para amenazar con huelga de sueño si el autor no cumplía.
Pero eso no era todo.
El público, a veces incrédulo y a veces lleno de pura curiosidad, interrumpía al autor en medio de la historia con alguna pregunta. Y el autor debía contestarle con firmeza para evitar que la noche se convirtiera en un tren de preguntas sin fin. Solo puedo imaginarme lo difícil que sería hacer esto mientras que, a la vez, trates de entretener a este público.
Y sin embargo, de alguna forma, el autor lo hacía noche tras noche… Con tal de ver sonreír a sus hijos, porque después de todo, eran sus mejores obras.
Esta es la historia del día 16 de #The100DayProject y mis #100HistoriasCortas.